miércoles, 1 de agosto de 2012

Una larga amistad peruano-italiana: 1862


RAMÓN CASTILLA, ITALIA Y UNA LARGA AMISTAD
Rosa Garibaldi *


El Perú fue el primer país de la América hispánica en reconocer a la nueva nación italiana del rey Víctor Manuel II. Sucedió hace 150 años durante el segundo gobierno del mariscal Ramón Castilla. 

El presidente Ramón Castilla envió una nota, con fecha 17 de abril de 1862, en la que se reconocía el nuevo reino italiano. Convirtió, así, a nuestro país en el primero en la América hispana en aceptar a esa nueva Italia y a Víctor Manuel II como su rey. Pocos meses más tarde -el 29 de julio-, Luis Mesones, encargado de negocios del Perú ante el reino de Italia, presentó sus credenciales al general Durando, ministro de Negocios Extranjeros de su majestad Víctor Manuel II. 

EL AMIGO PERUANO 

Este hecho lo comunicó al canciller Juan Ribeyro, a quien poco después le informaría que el rey lo había recibido en audiencia privada. Víctor Manuel II sabia de la trayectoria del presidente Castilla y lo estimaba particularmente. Uno de los logros iniciales de Mesones fue negociar la Convención Consular entre el Perú e Italia, firmada en 1863 en Turín, capital del reino, y ratificada por el Congreso peruano al año siguiente. 

APOYO MEDIATICO 

Al comenzar el año 1863, crecía la amenaza de la escuadra española en el Pacífico. El tema captó la atención de la prensa italiana a favor del Perú. Vale recordar, en ese contexto, que el Gobierno de Madrid no reconocía aún al nuevo reino de Italia. 

En mayo de ese año, Mesones le comunicó al canciller Juan Ribeyro la intención italiana de nombrar al Perú como árbitro para las diferencias entre la república de El Salvador y el reino de Italia. 

Ese mismo mes, Mesones informó que el Visconti Vicente Venosta, canciller italiano, le confirmó el nombramiento del marqués Juan Antonio Migliorati como ministro residente en el Perú. 

El rey manifestó así su estima por el Perú, pues acreditó en Lima a un ministro de superior jerarquía. Para entonces, solo Estados Unidos y el Perú, de entre los estados de América, mantenían una legación en Turín, Francia y Gran Bretaña solo habían acreditado en Lima simples cónsules con carácter diplomático ad hoc. 

TENSIONES 

En nuestro país, la unificación de Italia impulsó la asociación de los inmigrantes italianos, tanto para la prestación de servicios comunes como para expresar su creciente orgullo por pertenecer a una nación considerada importante. En 1862 se fundó la Sociedad Italiana de Beneficencia de Lima. 

La tirantez entre los republicanos italianos -opuestos al rey- y su representación diplomática en el Perú se hizo evidente al iniciarse el conflicto Perú-España. La neutralidad del ministro italiano Migliorati lo enfrentó con la élite de la colonia italiana que se adhería a la causa peruana. Migliorati seguía instrucciones de su Gobierno en una estrategia para obtener el reconocimiento de las potencias europeas. 

POR EL PERÚ 

En marzo de 1864, circuló en Lima la proclamación “A los italianos de América”: un apoyo firme a la posición peruana en la guerra “justa, santa y al mismo tiempo provocada por la misma España” de los republicanos italianos. 

La unificación de Italia impulsó la asociación de los inmigrantes que expresaron su orgullo por pertenecer a una nación importante. 

La prensa italiana se solidarizó con el Perú en con conflicto con España y Mesones publicó varios artículos en importantes diarios cuyos directores se negaron a recibir pago alguno. 

El diario “L’Italie” difundió la declaración del Congreso y Gobierno peruanos sobre la exigencia a España de restituir las islas de Chincha y saludar a nuestra bandera antes de iniciar cualquier tipo de negociación. Ese periódico rebatió, además, la postura de los diarios españoles y “La France” de París. Cerrutti, secretario general de Relaciones Exteriores, le pidió a Mesones documentos para su difusión en “La Stampa”, diario semioficial. 

AROMA 

Al comenzar abril de 1865, Mesones fue ascendido a ministro residente y trasladado a Roma con funciones ante su santidad Pío IX. El Gabinete italiano estaba muy ocupado trasladando sus archivos a Florencia, la nueva capital. Italia tenía necesidad de ser reconocida por las potencias europeas y decidió seguir esperando una solución diplomática a la “cuestión romana”. Tras muchas idas y venidas, Francia había reconocido finalmente al reino de Italia con una serie de condiciones: una de ellas era que no se invadiese Roma, sede del sumo pontífice Pío IX; tropas francesas apostadas allí tenían la función de disuadir todo intentó de anexión por la vía militar. Una serie de hechos coyunturales hicieron que para el año 1870 el Gobierno italiano pudiera ocupar la Ciudad Eterna: Francia estaba en guerra con Prusia y debió reunir toda su fuerza bélica retirando sus tropas de Roma. 

Tras la derrota de Verdún, el ejército francés inició la retirada y las fuerzas italianas pudieron tomar Roma el 20 setiembre de 1870 (esta es una fecha fundamental para los patriotas italianos). Roma se convirtió así en la capital del reino de Italia y el papa –recluido en el Vaticano- denunció al mundo lo que consideraba una invasión. El rey Víctor Manuel II fue excomulgado. 

INCOMODIDAD 

La ocupación de Roma generó reacciones contra el reino en varios países hispanoamericanos. Se difundió una protesta en el diario “La Sociedad” de los católicos de Lima, a la cual se adhirieron algunos ministros de Estado, incluido el canciller José Jorge Loayza. Italia lo consideró una agresión y presentó una nota de protesta de su legación. Los ministros peruanos lograron calmar los ánimos con una carta dirigida a la presidencia de la Sociedad Católica en que reforzaban su conformidad con el contenido de la protesta, pero su disconformidad por los calificativos vertidos contra el Gobierno y pueblo italianos. 

La Iglesia Católica peruana criticó la toma de Roma. Se opuso tenazmente a las celebraciones que los inmigrantes italianos quisieron realizar en Lima en el primer aniversario del hecho. El presidente de la comisión encargada de organizar los festejos no obtuvo el permiso, pero ese 20 de setiembre de 1871 los negocios de italianos de Lima y Callao cerraron sus puertas. Esto obligó a comerciantes de otras nacionalidades a hacer lo mismo, con lo que Lima tuvo espíritu de día feriado. 

Las relaciones entre el Estado italiano y el Vaticano se restablecieron solo en 1929 con la firma de un concordato. 

Todo por la unidad 

Durante el proceso de reunificación italiano EL PATRIOTA Giuseppe Garibaldi gozó de gran prestigio y simpatía en el Perú. Se plegó a la lucha del rey de Cerdeña, canalizó el entusiasmo de los voluntarios que llegaron para pelear en la guerra, pero que no pudieron ser admitidos en el ejército del reino de Cerdeña por su rígida disciplina militar. Se integraron, entonces, a las fuerzas de Garibaldi quien en América Latina había aprendido la táctica de lucha de guerrillas. Era eficiente en los campos de batalla pero no siempre aceptaba los dictados políticos de la monarquía. Para Garibaldi primaban los criterios prácticos, quería la unidad italiana y la percibía como un logro militar más que político. 


Héroes bomberos 

En abril de 1866, se temía que la escuadra española bombardeara el Callao. El Gobierno central y la Municipalidad del Callao aceptaron la propuesta de un grupo de inmigrantes italianos de crear un cuerpo de bomberos voluntarios y así combatir los incendios que pudieran producirse en el puerto. Nació así la Compañía de Bomberos Roma, cuyos 270 voluntarios fueron en su casi totalidad inmigrantes italianos. El nombre tenía una clara connotación política pues esa ciudad todavía no formaba parte del Estado italiano y recordaba la consigna de lucha de Garibaldi: “Roma o la muerte”. 



RAMÓN CASTILLA, ITALIA E UNA LUNGA AMICIZIA
Rosa Garibaldi* 

Il Perù è stato il primo paese dell’America ispanica a riconoscere alla nuova nazione italiana del Re Vittorio Emanuele II. È accaduto 150 anni fa durante il secondo governo del maresciallo Ramón Castilla. 

Il presidente Ramón Castilla ha inviato una nota, in data 17 aprile 1862, nella quale riconosceva il nuovo regno italiano. Ha trasformato, così, il nostro paese nel primo dell’America ispanica ad aver accettato quella nuova Italia e Vittorio Emanuele II quale suo re. Poche mesi più tardi –il 29 luglio-, Luis Mesones, incaricato d’affari del Perù presso il regno d’Italia, ha presentato le sue credenziali al Generale Durando, ministro degli Affari Esteri di sua maestà Vittorio Emanuele II. 

L’AMICO PERUVIANO 

Questo fatto è stato comunicato al ministro Juan Ribeyro, a chi poco dopo gli avrebbe informato che il re lo aveva ricevuto in un’udienza privata. Vittorio Emanuele II sapeva del percorso del presidente Castilla e lo stimava in maniera particolare. Uno dei traguardi iniziali di Mesones è stato negoziare la Convenzione Consolare tra Perù e Italia, firmata nel 1863 a Torino, capitale del regno, e ratificata dal Congresso peruviano l’anno successivo. 

APPOGGIO MEDIATICO 

Agli inizi del 1863, cresceva la minaccia della Squadra spagnola nel Pacifico. Il tema catturò l’attenzione della stampa italiana a favore del Perù. Vale la pena ricordare, in quel contesto, che il Governo di Madrid non riconosceva ancora il nuovo status di regno di Italia. 

A maggio di quell’anno, Mesones informò il ministro Juan Ribeyto della volontà italiana di nominare il Perù quale arbitro per le divergente tra la repubblica di El Salvador e il regno d’Italia. 

Quello stesso mese, Mesones comunicò che il Visconte Vincenzo Venosta, ministro italiano, aveva confermato la nomina del marchese Juan Antonio Migliorati quale ministro residente nel Perù. 

Il re manifestò così la sua stima per il Perù, dal momento che ha accreditato a Lima un ministro con una gerarchia superiore. In quel momento, solo Stati Uniti e Perù, tra gli stati d’America, mantenevano una legazione a Torino; France e Gran Bretagna solo avevano accreditato a Lima semplici consoli con carattere diplomatico ad hoc. 

TENSIONI 

Nel nostro paese, l’unificazione d’Italia ha spinto le associazioni di immigrati italiani, tanto per la prestazione di servizi comuni quanto per manifestare il suo crescente orgoglio per appartenere a una nazione ritenuta importante. Nel 1862 è stata fondata la Società Italiana di Beneficenza di Lima. 

La tensione tra i repubblicani italiani – opposti al re – e la sua rappresentanza diplomatica nel Perù divenne evidente quando iniziò il conflitto Perù – Spagna. La neutralità del ministro italiano Migliorati lo ha affrontato con l’elite della colonia italiana che avrebbe aderito alla causa peruviana. Migliorati seguiva la istruzioni del suo Governo in una strategia per ottenere il riconoscimento delle potenze europee. 

PER IL PERU 

A marzo del 1864, è circolata a Lima la proclamazione “Agli italiani d’America”: un sostengo forte alla posizione peruviana nella guerra “giusta, santa e allo stesso tempo provocata dalla stessa Spagna” dei repubblicani italiani. 

L’unificazione d’Italia ha favorito l’associazione degli immigrati che manifestano il proprio orgoglio per appartenere a una nazione importante. 

La stampa italiana è stata solidale al Perù con il conflitto con la Spagna e Mesones ha pubblicato diversi articoli in importanti giornali i cui direttori si negarono di ricevere alcun compenso. 

Il giornale “L’Italia” ha diffuso la dichiarazione del Congresso e Governo peruviano sulla richiesta alla Spagna di restituire le isole di Chincha e salutare la Nostra bandiera prima di iniziare qualsiasi tipo di negoziazione. Quel giornale ha ribadito, inoltre, la posizione dei giornali spagnoli e “La France” di Parigi. Cerruti, segretario generale delle Relazioni Estere, ha richiesto a Mesones i documenti per la diffusione in “La Stampa”, giornale semi ufficiale. 

A ROMA 

All’inizio di aprile del 1865, Mesones è stato promosso ministro residente e trasferito a Roma con funzioni presso sua santità Pio IX. Il Gabinetto italiano era Molto occupato nel portare i suoi archivi a Firenze, la nuova capitale. L’Italia aveva la necessità di essere riconosciuta dalle potenze europee e decise di continuare ad aspettare una soluzione diplomatica alla “questione romana”. Dopo molte idee e viaggi, la Francia aveva riconosciuto finalmente il regno d’Italia con una serie di condizioni: una di queste era che non si invadesse Roma, sede del sommo pontefice Pio IX; truppe francesi lì appostate avevano la funzione di dissuadere qualsiasi intento di annessione per via militare. Una serie di fatti congiunturali hanno fatto sì che per l’anno 1870 il Governo italiano potesse occupare la Città Eterna: Francia era in guerra con la Prussia e ha dovuto riunire le proprie forze belliche ritirando le proprie truppe da Roma. In seguito alla sconfitta di Verdun, l’esercito francese ha iniziato la sua ritirata e le forze italiane hanno potuto prendere Roma il 20 settembre del 1870 (questa è una data fondamentale per i patrioti italiani). Roma divenne così la capitale del regno d’Italia e il papa – recluso nel Vaticano – denunciò al mondo ciò che egli considerava come un’invasione. Il re Vittorio Emanuele II venne scomunicato. 

DISAGIO 

L’occupazione di Roma generò reazioni contro il regno in varie parti ispanoamericane. Si diffuse la protesta nel giornale “La Sociedad” dei cattolici di Lima, alla quale aderirono alcuni ministri di Stato, compreso il cancelliere José Jorge Loayza. L’Italia la considerò un’aggressione e presentò una nota di protesta della sua legazione. I ministri peruviani sono riusciti a calmare gli animi con una lettere indirizzata alla presidenza della Società Cattolica nella quale rafforzavano la loro conformità con il contenuto della protesta, ma il proprio disaccordo per gli epiteti nei confronti del Governo e del popolo italiano. 

La Chiesa Cattolica peruviana critica la presa di Roma. Si oppose tenacemente alle celebrazioni che gli immigrati italiani hanno voluto realizzare a Lima durante il primo anniversario dell’evento. Il presidente della commissione incaricata di organizzare i festeggiamenti non ottenne il permesso, ma quel 20 settembre 1871 i negozi italiani di Lima e Callao chiusero le loro porte. Ciò obbligò i commercianti di altre nazionalità a fare altrettanto, e Lima visse lo spirito di giorno festivo. 

I rapporti tra lo Stato italiano e il Vaticano si ristabilirono solo nel 1929 con la firma di un concordato. 

Tutto per l’unità 

Durante il processo di riunificazione italiana IL PATRIOTA Giuseppe Garibaldi ha goduto di grande prestigio e simpatia in Perù. Si piegò alla lotta del re di Sardegna, canalizzò l’entusiasmo dei volontari che arrivarono per unirsi alla guerra, ma che non poterono essere ammessi nell’esercito del regno di Sardegna per la sua rigida disciplina militare. Si unirono, allora, alle forze di Garibaldi il quale in America Latina aveva appreso le tecniche di combattimento delle guerriglie. Era efficiente nei campi di battaglia ma non sempre accettava le indicazioni politiche della monarchia. Per Garibaldi primeggiavano i criterio pratici, voleva l’unità italiana e gli sembrava un traguardo militare più che politico. 

Eroi pompieri 

Nell’aprile del 1866, si temeva che la Squadra spagnola bombardasse il Callao. Il Governo céntrale e la Municipalità del Callao accettassero la proposta di un gruppo di immigrati italiani di creare un Corpo di pompieri volontari e così combattere gli incendi che si sarebbero prodotti nel porto. Nacque così la Compagnia di Pompieri Roma, i cui 270 volontari furono quasi totalmente immigrati italiani. Il Nome aveva una chiara connotazione politica dal momento che quella città ancora non apparteneva allo Stato italiano e ricordava il motto di lotta di Garibaldi: “Roma o morte”. 


NOTA DEL EDITOR 

* Historiadora y diplomática peruana. Storica e diplomatica peruviana. Artículo publicado en el Dominical de El Comercio de Lima, el 27 de mayo del 2012. Articolo pubblicato sul Dominical en El Comercio di Lima, il 27 maggio 2012. Se agradece al señor Alfredo Gozar y a la señorita Gabriella Sarpe de la Embajada del Perú en Italia por su colaboración en la traducción del citado artículo.